viernes, 2 de abril de 2010

LOS AMANTES IRREGULARES Sobre El Eclipse, de Michelangelo Antonioni



UNA MUJER DICE ADIOS

Abandonar
(Del fr. abandonner, y este del germ. *banna, orden).

1. tr. Dejar, desamparar a alguien o algo.
2. tr. Dejar una ocupación, un intento, un derecho, etc., emprendido ya.
3. tr. Dejar un lugar, apartarse de él.
7. prnl. Dejarse dominar por afectos, pasiones o vicios.
10. prnl. Caer de ánimo, rendirse en las adversidades y contratiempos.


En el medio del silencio mortuorio que domina a una escena sonorizada únicamente por el ruido de las aspas de un pequeño ventilador, Vittoria encuadra una escultura de mesa por intermedio de un marco. Procedimiento similar al que realiza materialmente el camarógrafo de El Eclipse e intelectualmente su director, Michelangelo Antonioni: ubicar en el centro del encuadre a dos seres de pasiones apagadas en el contexto de una inminente ruptura sentimental.

Como todo ser abandonado, Riccardo busca motivos para justificar y comprender el abandono. Nada debe haber más desalentador que intentar entender nuestras tristezas por medio de causas específicas; necesitamos "comprender" por qué nos dejan, necesitamos "entender" por qué nos abandonan, necesitamos "saber" qué hecho puntual ocasionó todo ese derrumbe. Si lo consiguiéramos, todo sería más fácil. Solo restaría reconstruir mentalmente los hechos que llevaron a esa situación, buscar los posibles errores cometidos, encontrar las justificaciones y asi clausurar nuestras inquietudes emocionales por medio de la razón. Los intentos por convertir la angustia existencial en un hecho racional deben ser uno de los impulsos más frecuentes en la vida de un ser humano.






SI LAS NOCHES FUERON TRISTES, LAS MADRUGADAS LO SERAN AUN MAS
Los seres humanos pueden interactuar afectiva y emocionalmente con los espacios, en algunos casos también de manera compartida. Quienes hayan experimentado la sensación de encontrarse frente a un lugar que solieran recorrer o compartir con un ser amado que ya no está junto a nosotros, sabrán de lo que hablo. En El Eclipse los objetos y los espacios están dotados de carga afectiva.
Vittoria y Riccardo comparten una triste caminata. Ella lo abandona y vuelve caminando hacia su casa. Sin que ella se lo pida, Riccardo la sigue y se dispone a acompañarla. Es un triste intento de su parte por reapropiarse de los hábitos y lugares que supieron compartir. El se comporta infantilmente, como quien considera que la situación es fácilmente reversible. Mientras ella se niega a darle la mano, el da pequeños saltos por la hierba, brincando como si fuera un niño. No por casualidad será un niño -
un niño jugando en la madrugada- el que se les cruce por enfrente en el instante previo a que él le proponga, frustradamente, ir a desayunar juntos. La vulnerabilidad que ella demuestra en su rostro contrasta con la falsa seguridad que él pretende mostrar con sus gestos. Sin embargo, es Vittoria -y no Riccardo- la que está segura de sus sentimientos, aunque, como muchos, esté más segura de lo que no quiere en lugar de lo que sí. Quizás toda esa incertidumbre emocional de Vittoria pueda manifestarse en los encuadres que la mutilan o muestran incompleta a lo largo de toda la película. Quizás las respuestas a todas sus dudas estén ahí afuera, hacia donde Vittoria observará constantemente por medio de ventanas -uno de los motivos visuales recurrentes de El Eclipse- en varios tramos de la película. La única imagen que esas ventanas le devolverán serán las de la ciudad, desolada, con sus espacios vacíos gobernados por la arquitectura moderna a la que ella parece observar con un dejo de curiosidad y abstracción.

Vittoria mirando por la ventana en diferentes tramos de El Eclipse.

El modo en el que los personajes interactuán con los espacios es particularmente significativo en el cine de Antonioni, y lo es todavía más en El Eclipse, que bien podría considerarse como el cine de Antonioni. Son muchos también los objetos que adquieren relevancia en la composición del cuadro en los planos de esta película, objetos inertes que conviven en el mismo encuadre con los protagonistas, a quienes su imposibilidad afectiva los pone en igualdad de condiciones: esculturas, lámparas, espejos y pinturas, representaciones o reproducciones de la imagen congelada, muerta en el tiempo. Sin embargo, Vittoria entabla un diálogo sensorial con esos objetos. Sus manos y sus dedos juegan constantemente con todo lo que la rodea, y por momentos parece resultarle mucho más sencillo comunicarse con la materia y la superficie que con las personas que la rodean.


Vittoria y los objetos.



EL SONIDO Y LA FURIA

No solo de derrumbes emocionales esta constituida El Eclipse; la secuencia de la debacle financiera que lleva a la ruina económica a los accionistas de la bolsa tiene la misma fuerza expresiva de la secuencia inicial donde Vittoria abandonaba a Riccardo. Pero este no es un dolor intimista y silencioso como el primero; ésta es la representación del dolor expresada a los gritos, en un mundo al que Antonioni se acerca con distancia, haciendo un esfuerzo por comprenderlo, aunque quizás fracasando en el intento. Nunca imaginé que el cineasta italiano pudiera ser capaz de lograr una secuencia tan ruidosa desde lo formal pero tan silenciosa desde su esencia, como aquella donde en medio del griterío de los operadores de bolsa, se oye en los altoparlantes una voz anunciando la muerte de un colega y solicitando el pedido de un minuto de silencio.


Muchas han sido las acusaciones que recibió el cineasta italiano en vida por no haber abordado temáticas ligadas a las crisis sociales o el estado del mundo, encerrado en la representación interior de los estados anímicos de sus personajes. Antonioni hace el intento por comprender un mundo cuyos logros o fracasos se dirimen gritando números al aire, como lo intenta también Vittoria cuando camina siguiendo de cerca a un hombre cuya vida acaba de arruinarse en ese recinto cerrado apenas unos minutos atrás, un hombre que solo puede expresar su desolación por lo perdido dibujando flores en una servilleta de papel. Es una de las secuencias mas bellas que Antonioni haya filmado alguna vez, por la piedad que destila ese seguimiento, en el intento de Vittoria por comprender a otra persona que sufre como lo hace ella, aunque sea por motivos completamente distintos.


Vittoria sigue de cerca al hombre que acaba de perder millones en la bolsa

En otras palabras: sucede que descubro antes la enfermedad de los sentimientos que los sentimientos mismos.
No se por qué comencé a interesarme, en el cine, por los sentimientos en vez de por otros temas más candentes, como la guerra, el fascismo, los problemas sociales, nuestra vida de entonces. No es que estos temas me dejasen indiferente, estaba dentro y los vivía, aunque de un modo bastante solitario. Debe haber sido una experiencia sentimental mia que terminó de un modo inexplicable. De este final no debia preguntar el por qué a los demás, sino a mi mismo. Y este porque se unía a todos los demás y juntos se convertían en un único y desmesurado por qué, un denso espectáculo que tenía como protagonista al hombre. El hombre frente a su ambiente y el hombre frente al hombre.

Vale decir que, pese a su imposibilidad actual de amar, Vittoria no le ha cerrado una puerta al mundo. Como se dijo anteriormente, Vittoria tiene la capacidad de quedarse quieta contemplando una hilera de postes zarandeándose con el viento en el medio de la noche, de jugar con un perro de curiosas habilidades, de engañar a un cartero, con un silbido, de disfrazarse de mujer africana y realizar una danza tribal, de colocar su mano en el medio del chorro de agua de una regadera. Piero está blindado ante estas percepciones. Su mente está adiestrada para asimilar las tensiones de una jornada estresante en el mercado de valores, pero no lo están para compartir una tarde lúdica en compañía de una mujer capaz de comprar impulsivamente un globo para luego soltarlo y entregarlo a la suerte de una tiradora aficionada. Las caminatas de Vittoria y Piero ofrecen una de las pocas posibilidades de contemplar a dos personajes de Antonioni riendo y jugando en una misma película. El sistema de Piero empieza a tambalear como las acciones y los bonos, cuando en un instante privilegiado en donde la cámara se queda haciéndole compañía en su departamento, el joven y ambicioso accionista comienza a colgar uno por uno los teléfonos que había dejado levantados para evitar llamados e interrupciones durante el momento compartido con Vittoria. Los teléfonos volverán a sonar inmediatamente pero, por una vez, Piero le prestará atención a los intersticios en lugar de a los sonidos. Piero se volverá permeable a las emociones, aunque éstas desemboquen posteriormente en un encuentro no consumado.



Consideraba, en efecto, que era justo no abandonar a los personajes en los momentos en los que, agotado el examen del drama o por lo menos lo que interesaba expresar del drama, sus puntas dramáticas más intensas, el personaje se quedaba a solas consigo mismo, con las consecuencias de aquellas escenas, de aquellos traumas o de aquellos momentos psicológicos tan violentos que habían ejercido indudablemente sobre él una determinada función y le habían hecho progresar psicológicamente hacia una fase ulterior. Me parecía oportuno seguirles también en estos momentos en apariencia secundarios, en los que parece que no hubiera ningún motivo para ver que cara ponían, o cuales eran sus gestos y sus actitudes.

LOS ABRAZOS ROTOS
Sobre los modos de amar y de tocar a la mujer equivocada

No parece haber plano alguno que pueda hacerle justicia al hecho de amar a una mujer evanescente y elusiva como Vittoria. Su cuerpo no parece resistir el peso del encuadre, y viceversa. Su peso específico solo sobrevive por la mano de Piero, que se aferra a la mano de la mujer, el único indicio fisico que sobrevive al plano para, breves segundos después, soltarse y pasar a formar parte del fuera de cuadro, quizás el modo de representación cinematográfica más adecuado para el amor.
Podemos abrir los ojos al besar a una persona, solo para observar qué es lo que sus ojos hacen en ese momento. No podemos hacer lo mismo al abrazar a una persona; el abrazo contiene un fuera de campo enigmático como ninguno (el rostro de la persona que nos abraza). Una de las posibilidades que nos puede brindar el cine -a nosotros, no a sus personajes- es la de completar esa información. Antonioni llegó incluso a revelar en una entrevista que había manejado la posibilidad de filmar dos versiones autónomas de El Eclipse: una desde el punto de vista de Vittoria -la que todos conocemos- y otra desde el punto de vista de Piero. Su deseo fue postergado por la disconformidad que le produjo esa idea a los productores, motivo por el cual podemos referirnos a El Eclipse como una obra incompleta. El cineasta italiano aludía a los filtros que condicionaban el modo de ver la relación en cada uno de los involucrados. La visión de Vittoria es mucho más auténtica, ya que está vista a través de los sentimientos, mientras que la de Piero se ve atenuada por el dinero y los bienes materiales. Y asi es como los objetos, actores secundarios de este film, actúan como filtros externos que se interponen en el amor irregular de sus protagonistas -el beso a través del vidrio, los abrazos bajo las cortinas, las columnas del mercado de valores.








La inolvidable secuencia final está construida puramente a base de ausencias. Los amantes se harán mutuas promesas de un reencuentro que, finalmente, no se concretará y tendrá como únicos presentes a aquellos espacios que supieron recorrer. Es uno de los momentos cinematográficos más puros jamás filmados, porque convierte al espacio en una dimensión formal plena de sentido, que pertenece por derecho propio al cine y a ninguna otra forma de manifestación artística. Siguiendo las palabras de Antonioni, uno podria afirmar que Vittoria y Piero estan allí, presentes, solo que no estuvieron expuestos a la luz suficiente para aparecer en el revelado del celuloide.
Vittoria y Piero pudieron haber formado parte de aquellas capas inferiores del negativo que los compuestos químicos no lograron alcanzar.
Al someter la película impresionada a un determinado proceso llamado de latensificación se consigue poner de manifiesto elementos de la imagen que el proceso normal de revelado no basta para resaltar. Por ejemplo, una esquina iluminada con la débil luz de una farola resulta perfectamente visible, incluso en los detalles, si se latensifica la película, y si no, no.
(...) quizás la película lo registra todo, con cualquier luz, también en la oscuridad, como el ojo de los gatos, como un aparato militar estadounidense de reciente invención, y solamente nuestro atraso técnico nos impide revelar todo lo que hay en el fotograma.
Sabemos que bajo la imagen revelada hay otra mas fiel a la realidad, y bajo ésta aún hay otra, y de nuevo otra bajo ésta última. Hasta llegar a la verdadera imagen de aquella realidad, absoluta, misteriosa, que nadie verá nunca. O quizás hasta la descomposición de toda imagen, de toda realidad.

martes, 26 de mayo de 2009

BOBBI HUMPHREY - PRIMERA DAMA DE HAMELIN

Bobbi Humphrey fue la intérprete de flauta más talentosa, popular y reconocida del jazz de la década del '70, y su aporte fue fundamental en la configuración del nuevo sonido que el sello Blue Note logró brindarle a la época. La joven logró impresionar al mismísimo Dizzy Gillespie, quien tuvo la posibilidad de verla (y de sentirse hechizado cual roedor ante los sonidos del flautista de Hamelin) en un concurso de talentos que la aun adolescente flautista estaba dando en una universidad del sur de Texas. Gillespie la convenció de emprender una carrera discográfica trasladándose hacia Nueva York, cosa que Humphrey no demoró en hacer, como tampoco en ganarse rápidamente los favores del público con sus presentaciones en vivo en las noches neoyorquinas, que incluyeron una presentación en vivo en el Apollo Theater -lugar donde también la supo romper James Brown con un histórico registro en vivo en 1963- y una gira con Duke Ellington.

BOBBI HUMPHREY

Humphrey firmó un contrato con Blue Note en 1971, año en el que lanza su primer disco, Flute In, el primero de una serie de seis con el sello, que supieron ser éxitos de venta y reconocimiento, con la inestimable ayuda de los hermanos Minzell en la producción, arreglos y composición. Y si bien es innegable la importancia del aporte de los hermanos Minzell, en el pico de su creatividad en ese entonces, es la misma Bobbi Humphrey la que mejor sostiene y defiende sus virtudes no solo en la ejecución de su instrumento -que en mucho remite en su estilo a los dos gigantes de la flauta en el jazz, Herbie Mann y Hubert Laws-, sino también en su actitud arriba del escenario y sus dotes como cantante, como lo demuestra en un par de baladas del que quizés sea su disco más significativo, Blacks And Blues (1973). Para ese mismo año, Humphrey obtenía su consagración presentándose en vivo en el Festival de Montreaux en Suiza, además de haber sido elegida por la revista Billboard como la mejor instrumentalista femenina en 1976.

En 1977 Humphrey cambia de discográfica, mudándose hacia Epic, y lanza su primer disco alejada de Blue Note, Tailor Made. También colabora en el disco Songs In The Key Of Life de Stevie Wonder, de quien ya había sabido versionar You Are The Sunshine of my Life en el último tema del disco Satin Doll (1974).

La década del '80 encuentra a Humphrey tomando un largo receso en cuanto a lanzamientos discográficos que solo interrumpiría con algunas interpretaciones en vivo y un lanzamiento a fines de la década, City Beat (1989), su participación para jingles de avisos publicitarios o en cortinas de shows televisivos como el de Bill Cosby. Este período estaría también marcado por la activa participación que la artista tomaría en numerosas causas humanitarias -sí, Bobbi Humphrey cumple con varios de los lugares comunes de los artistas a quienes el éxito supo acompañar en sus trayectorias- que la llevaron a brindar un discurso frente a la Asamblea General de las Naciones Unidas por los derechos de la mujer en Etiopía.

En la década del '90 Bobbi Humphrey firma un acuerdo comercial con la compañía Warner Bros Records para, finalmente, lanzar su propio sello discográfico a mediados de la década, Paradise Sounds, en el que editaría su, hasta el momento, último disco original, Passion Flute (1994).

Hemos hablado en demasía de la trayectoria profesional de esta genial flautista, pero no hemos emitido hasta el momento juicios de valor sobre sus trabajos. De más estaría aclarar que para todos aquellos a quienes les resulte irresistible el aporte de la flauta en el soul y el funk, encontrarán en Bobbi Humphrey un nuevo vicio a largo plazo. El estilo de Humphrey no solo es virtuoso sino también grácil, lleno de matices, rara vez cae en alardes exhibicionistas -más bien creo que nunca- y se integra con comodidad y amabilidad a la atmósfera circundante, sin perder nunca noción de la melodía ni del ritmo. Es en los discos realizados para el sello Blue Note donde mejor se resumen todas estas características, y que mejor se complementan con el encanto musical de la época.

Debajo les dejo una selección discográfica de la artista de la que, al igual que tantos otros recomendados en este espacio, no resulta nada fácil acceder a sus trabajos. De hecho, no tengo registro de haber encontrado ninguno de sus discos en alguna disquería de la Argentina, ni siquiera en las de catálogos más selectivos. Aporto un dato que vine omitiendo en entradas del blog anteriores, relacionado con la importancia de la descarga de mp3's a la hora de conocer el trabajo de ciertos artistas. En mi caso en particular pude acceder al conocimiento de la obra de Bobbi Humphrey merced a sus esporádicas intervenciones en compilados del sello Blue Note -como el realizado por el colectivo musical alemán Jazzanova en el 2005, o el de Bobby Flores de ese mismo año, centrado en el funk- que me llevaron a interesarme por profundizar en el conocimiento de los trabajos de la flautista pero que ante la falta de disponibilidad de los mismos por vias legales, me hicieron recurrir a las bondades del Soulseek, programa esencial en la descarga de archivos musicales y que de ahora en más recomiendo que siempre tengan presente, particularmente si les interesa llegar al alcance de alguno de los artistas que se mencionen en este blog.

DIG THIS (1972)
Blue Note


BLACKS AND BLUES (1973)

Blue Note




FLUTE IN (1971)
Blue Note


FANCY DANCER (1975)

Blue Note




SATIN DOLL (1974)
Blue Note


PASSION FLUTE (1994)
Paradise Sounds








lunes, 25 de mayo de 2009

DONALD BYRD - PAJAROS DE FUEGO SOBREVOLANDO EN EL CIELO DEL JAZZ

El revoloteo de un pájaro inquieto como Donald Byrd solo pudo traer como consecuencia la inquietud de su medio ambiente, que procuró alejar su vuelo circular alrededor de su cabeza como quien trata de alejar a un insecto molesto que se hace anunciar ya desde lejos con su zumbido. Donald Byrd le produjo más de un dolor de cabeza (u oído) a la comunidad jazzera de su época. Es que hay dos etapas claramente diferenciadas en la trayectoria de este extraordinario trompetista, que tenía el terreno más que preparado para ocupar un lugar de privilegio en un eventual museo de celebridades del género, pero que se resistió a ser momificado para sobrevolar en caminos de ripio, mucho más incómodos pero que, en su caso, también resultaron ser bastante fértiles.

AS EN LA MANGA
Donald Byrd

El "primer" Donald Byrd fue un joven trompetista que contando apenas con 22 años de edad, podía presumir de haber tocado junto al célebre vibrafonista Lionel Hampton, de haber obtenido su licenciatura en música y de haber ido a obtener su maestría a Nueva York, donde se estableció dando comienzo a su carrera discográfica, a la par de recibir invitaciones para formar parte de los Jazz Messengers de Art Blakey, ocupando el lugar que en otro tiempo supieron obtener sus antecesores, ni más ni menos que Clifford Brown y Kenny Dorham.

Tras su llegada a Nueva York y la incorporación a los Jazz Messengers, comienza a realizar grabaciones para el sello Savoy y también para Prestige. En el transcurso de la década del '50 Byrd se reparte el tiempo entre sus grabaciones para ambas discográficas y sus colaboraciones con músicos como John Coltrane, Sonny Rollins y Max Roach, para finalmente, en el año 1958, firmar un contrato para Blue Note, donde comenzaría una fructífera serie de trabajos que se adscriben cómodamente al rótulo de hard bop. En estrecha colaboración con el saxo barítono Pepper Adams, ambos realizan una serie de registros notables que incluyen Off To The Races (1958), Byrd In Hand (1959), At The Half Note Cafe, Vols. 1 & 2 (1960) y The Cat Walk (1961), que lo posicionaron inmediatamente como el trompetista mas importante de la era posterior a Clifford Brown.

OFF TO THE RACES (1958)
Blue Note

Disco debut de Donald Byrd en el prestigioso sello.
En sus célebres portadas solía estar siempre apoyado sobre la carrocería de un auto.

El músico no eligió dormirse en los laureles y en ese período febril abundante en creaciones personales y colaboraciones musicales, decidió tomarse un año sabático para extender sus estudios en Europa, donde recibe la tutela musical de Nadia Boulanger. A su regreso a Estados Unidos, en 1963, Byrd sorprende con A New Perspective, disco en el que incorpora arreglos vocales del gospel pero sin dejar de manejarse dentro de los terrenos del hard bop, con el cual aún no había roto lazos como haría posteriormente para volcarse hacia el jazz-funk. En el que probablemente sea uno de sus discos más importantes, Byrd contaba con un coro de 8 vocalistas conducido por Coleridge Perkinson. Los músicos que sesionaron en este disco fueron Hank Mobley en saxo tenor, un emergente Herbie Hancock frente al piano y Kenny Burrell en guitarra. De este disco surgió la que sería una de sus interpretaciones más exitosas y reconocidas, Cristo Redentor, de su arreglador Duke Pearson. A New Perspective era consecuente con el período de búsquedas e inspiración que el trompetista estaba atravesando, y marcaria el nuevo rumbo que Byrd adoptaría de allí en adelante, con una fuerte tendencia hacia la innovación y entablando un diálogo intensivo con la música africana, probablemente influenciado por las incursiones de Miles Davis en el terreno de la fusión, y también un poco por el agitado clima político, cultural y social de los '6os, al que no supo ser indiferente.

A NEW PERSPECTIVE (1963)
Blue Note
Disco esencial de Donald Byrd, donde plasmó muchos
de los aprendizajes de su tiempo.

Donald Byrd ya estaba ejerciendo la docencia en varias instituciones para mediados de la década del '60, mostrando un enorme interés en la incorporación de la música negra como programa de estudio en las universidades de música de los Estados Unidos. Esta experiencia lo acercaría bastante a un público mas joven, lo que terminaría por delinear su perfil definitivo hacia la vertiente del jazz orientada al funk y el soul, decisión que no sería para nada bien vista posteriormente por los anteriores seguidores del trompetista en su etapa hard bop, entre los que se encontraba un buen sector de la crítica que se había encargado de encumbrarlo. Byrd, sin embargo, ganó una nueva tribu de adeptos, entre los que se encontrarían el público hacia el cual el pretendía orientarse: los jóvenes negros. Es asi que a mediados de la década del '60 realiza sus últimos registros de hard bop, Mustang y Blackjack! (1967), y da inicio a su nuevo ciclo de creación, pateando el tablero con Fancy Free (1969), disco que en mucho remite a la experiencia de In A Silent Way, de su admirado Miles Davis. Algo parecido ocurriría en Electric Byrd con respecto a Bitches Brew, de Davis, en cuanto al nivel de influencia que el trompetista de Illinois estaba ejerciendo sobre el itinerario musical de Byrd en su nueva etapa. La identidad de Byrd termina por adoptar su plenitud a principios de los '70s, cuando el músico empieza a colaborar con los hermanos Larry y Fonce Mizell, quienes comenzarían a manejar los aspectos de la producción, composición y los arreglos musicales del grueso de su obra en esta década.

MUSTANG (1966)
Blue Note
De los últimos despegues del trompetista
dentro del hard bop, mientras se aproximaba
en vuelo rasante hacia las tierras del jazz-funk.

La primera colaboración entre Byrd y los hermanos Mizell dio como resultado Black Byrd (1972), el disco bisagra en el que Byrd logra despegarse por completo de la sombra de Miles Davis para delinear por completo su propia identidad musical, y en donde la presencia del funk ya se vislumbra con total intensidad. Esto marca el punto de no retorno en la relación entre Donald Byrd y los críticos de jazz de ese momento, quienes descalificaron por completo al disco y al artista, viendo en el mismo la representación más sólida de una posible traición a la causa. Es probable que su éxito comercial -fue el disco más vendido del trompetista de toda su extensa producción para Blue Note- haya terminado por convencer a los directivos del sello a no romper su vínculo comercial y artístico con Byrd ante sus impredecibles desplazamientos creativos. Mientras el disco alcanza las primeras posiciones en los charts del Rhytm & Blues, Byrd forma una agrupación llamada Blackbyrds con alumnos de la Universidad de Howard, donde el mismo daba clases. A la par de este proyecto paralelo, Byrd sigue editando discos para Blue Note, completamente asentado en su nuevo estilo. El éxito acompañó a cada una de estas ediciones, que van desde la imaginaria banda de sonido blaxploitation Street Lady (1974) -de la que se desprende uno de sus grandes éxitos de nombre homónimo-, Stepping Into Tomorrow (1974), Places And Spaces (1976) y Caricatures (1977).

SELECCION DISCOGRAFICA DE DONALD BYRD

THE CAT WALK (1961)
Blue Note
BYRD IN FLIGHT (1963)
Blue Note





BYRD IN HAND (1959)
Blue Note
OUT OF THIS WORLD (2003)
Import






OFF TO THE RACES (1958)
Blue Note
THREE TRUMPETS (1958)
Original Jazz Classics





AT THE HALF NOTE CAFE, VOL. 1 (1960)
Blue Note

AT THE HALF NOTE CAFE, VOL. 2 (1960)
Blue Note







FREE FORM (1961)
Blue Note

MUSTANG! (1966)
Blue Note






A NEW PERSPECTIVE (1963)
Blue Note

CARICATURES (1977)
Blue Note







FANCY FREE (1969)
Blue Note
ELECTRIC BYRD (1970)
Blue Note






STREET LADY
(1973) Blue Note

STEPPING INTO TOMORROW
(1974) Blue Note






SLOW DRAG (1967)
Blue Note

BLACK BYRD (1972)
Blue Note