jueves, 29 de enero de 2009

JAN SVANKMAJER Y LA (IN)SEGURIDAD DE LOS OBJETOS

Seguramente solo algunos asiduos espectadores del ciclo "Caloi en su Tinta" y algún que otro curioso espectador de MTV (de esos que le llegan a prestar atención a los interludios animados entre la parafernalia de realities shows protagonizados por modelos, músicos en decadencia o las citas a ciegas entre ignotos civiles ávidos de fama) habrá tenido acceso a algún cortometraje de este impresionante animador checo, uno de los más grandes realizadores dentro de ese género tan cuestionado y discutido por la comunidad cinéfila (aunque vale mencionar que entre sus trabajos también se encuentran largometrajes y cortos de "acción en vivo").

VIOLENCIA, SEXO Y COMIDA podría resultar un cocktail conceptual demasiado extraño dentro de los tópicos habituales en la obra de un animador, pero en este caso no parece haber un triunvirato que represente mejor las obsesiones temáticas de este artesano, cultor de la técnica del Stop-Motion y, posiblemente, una de las más grandes influencias de la animación de todos los tiempos, aparte de ser un conspicuo representante de la escuela surrealista de su país.

Si nadie imaginó anteriormente la posibilidad de ver a dos bifes de lomo bailar un tango en pleno juego de calentamiento previo a una revolcada "carnal" (en el sentido más explícito de la palabra) sobre harina, entonces debería tomarse un minuto y siete segundos de molestia para observar la concepción gastronómica (y también trágica) del sexo dentro del universo de Svankmajer, en "Meat Love" (1989).

Quien quiera ver cuan lejos pudo llevar Svankmajer los difusos límites entre la práctica sexual y la alimenticia, recomiendo enormemente que esta vez se tomen 17 minutos y "audiovisualicen" -el sonido es primordial en sus trabajos, apenas por debajo del nivel de la imagen- "Food" (1992), una sucesión de 3 episodios donde el realizador interconecta burocracia, lucha de clases sociales y canibalismo (de genitales incluído) como diferentes caras intrínsecas de la condición humana.

"A Game With Stones" (1966) es uno de sus primeros trabajos, un simpático y rítmico (recalcar lo lúdico seria redundante en la obra de un animador) "juego de piedras" donde el factor de la repetición, constante en sus trabajos, se hace más que evidente, como también la particular atención que Svankmajer le presta al sonido, una dimensión formal que no muchos realizadores trabajan lo suficiente (Van Sant y Lynch, notables excepciones). Grifos que escupen piedras, relojes de agujas que sincronizan el accionar de cacerolas y canciones infantiles que invitan e incitan a las piedras a salir a jugar, a ser humanas por un rato e interactuar entre ellas para entablar un diálogo, adoptar multiples formas, violentar por 8 minutos su propia condición y anticipar un fabuloso trabajo posterior del realizador llamado "Las Dimensiones del Dialogo" (1982), quizás el más popular de sus cortometrajes, donde se dan cita las famosas pinturas de Archimboldo, donde el factor violento se hace aún más evidente, donde un lápiz se cansa de entrar siempre por el orificio de un sacapuntas, donde un cepillo de dientes se niega a servir de soporte a la pasta dental y donde los cordones ya no quieren calzar por los agujeros de un zapato. Esta verdadera confrontación violenta entre objetos es el que mejor sintetiza los rasgos temáticos y formales de Svankmajer, y es el cortometraje ideal para adentrarse con facilidad en los trabajos de este realizador. Abandonando la solidez de las rocas, Svankmajer se adentra en un territorio más maleable y crea un juego similar al "Piedra, Papel ó Tijera" al que le suma instrumentos escolares, frutas y verduras, platos, cuchillos y tenedores, sin reglas preestablecidas y en donde la piedra no siempre destruye a la tijera sino quizás, se de la situación opuesta.

En "Oscuridad, Luz, Oscuridad" (1989), es la anatomía humana la que violenta sus propias reglas; en el principio eran las manos, quienes se apropiaron de los ojos y las orejas para ver, escuchar y "construir" al Hombre a su imagen y semejanza. El caos es instaurado por el avance colosal de un pene y dos testículos que exigen formar parte de esa construcción, pero necesitan de un inminente baño de agua fría para integrarse con docilidad al proyecto. Esos dioses-manos de arcilla son los que organizan el mundo y, lejos de una apología totalitarista, son un verdadero canto a la creación humana por parte de un creador que termina ocupando un espacio demasiado chico para sus dimensiones. La luz deberá ser apagada cuando la creación recapacite sobre sus limitaciones y el pequeño lugar que ocupa en el espacio.

Una particular adaptación de "La Caída de la Casa Usher" (1980), donde Svankmajer se vale de un narrador que, a velocidad de rayo, reproduce textualmente párrafos del cuento de Edgar Allan Poe, convierte al narrador en una cámara subjetiva (una decisión algo predecible teniendo en cuenta que el cuento original está narrado en primera persona) y delega, nuevamente, el protagonismo a objetos. Svankmajer convierte al torturado Usher en una anticuada silla y a su mujer fallecida en una tumba. Si bien no se puede negar que por momentos Svankmajer logra que la casa cobre vida propia (atributo que se le puede brindar a la mayoría de sus trabajos y los objetos en cuestión), particularmente a través del tratamiento de la banda sonora y los efectos de sonido (la secuencia donde el protagonista recita "El Palacio Encantado", con los acordes de la guitarra de Usher de fondo; el crujir de la madera y los golpes de puerta en ciertos tramos del relato), el timing de la narración en off convierten a este cortometraje en una experiencia agotadora, con innegables momentos de tensión logrados a través del crescendo en la voz del narrador. No sería la primera incursión de Svankmajer en el terreno de las adaptaciones cinematográficas de cuentos de Edgar Allan Poe, ya que tres años después de "La Caída de la Casa Usher", el artesano checo se le atrevió a "El Pozo y el Péndulo", con el agregado en el titulo de "... y la Esperanza". Al igual que en el anterior corto, Svankmajer se vale de una fotografía en blanco y negro, predominio de la cámara subjetiva (montada al hombro, sin ánimos de manierismos "dogmáticos") pero intensifica aún más el tratamiento sonoro, llevándolo a un registro un poco más "naturalista" si así puede llamárselo, carente de banda de sonido y de narrador (esta vez el realizador decide insertar una placa al comienzo del corto para citar el cuento de Poe). Esta vez vale mucho más un jadeo, el sonido que emite el amenazante movimiento pendular de una cuchilla o los gritos de los torturados para representar el cautiverio, peligro y posterior fuga de un prisionero de los inquisidores. La animación parece relegada a un plano secundario en esta adaptación, donde la secuencia de la cámara de torturas permite reencontrarse con las ilustraciones de Svankmajer, y remiten a su experiencia previa con esta técnica, "Et Cetera" (1966), una especie de manual de instrucciones ilustrado donde aparte de jugar con la tipografía y una innovadora banda de sonido electrónica, el realizador despliega lecturas políticas a partir de las relaciones amo-esclavo (y una metamorfosis entre ambas condiciones que las hace intercambiables), donde el trazo de un lápiz dibuja y desdibuja los límites de la opresión, y donde las distancias recorridas en un salto dependen del tamaño de las alas que uno elija poner sobre sus hombros.

La realidad política y social nunca fue ajena para este realizador oriundo de Praga, que fue censurado durante 7 años por el comunismo, y que no ha elegido a la animación como un medio de refugio contra el mundo sino como un medio para referir a él. "La Muerte Del Stalinismo En Bohemia" (1990) es su trabajo más explícitamente político, en donde el realizador, reuniendo una gran cantidad de material de archivo (noticieros de la época, recortes de diarios, revistas, fotografías, registros sonoros de discursos políticos y cantos patrióticos) construye un marmóreo Stalin que terminará con su rostro pintado con los colores de la bandera de la, en ese entonces, República Checoslovaca. Las manos del artesano, recurso que Svankmajer suele hacer evidente en muchos de sus trabajos, se calzan un par de guantes quirúrjicos y diseccionan el pétreo rostro de Stalin para, entre tripas de cerdo, hallar otro bloque de mármol en su interior, esta vez con la cara de Klement Gottwald (el despótico líder comunista y firme aliado de Stalin que presidió Checoslovaquia durante y después de la 2da Guerra Mundial). El realizador sonoriza a Gottwald con llantos de bebé luego de que el cirujano corta el cordón umbilical que lo unía a su progenitor político. Svankmajer traza un recorrido por la agitada historia de su país que incluye, inevitablemente, los eventos ocurridos durante la Primavera de Praga de 1968 y el fin de la Unión Soviética.

Se puede pensar que las adaptaciones de Poe que llevó adelante Svankmajer en el terreno de la animación se dan muy bien de la mano con las que realizara Roger Corman durante la década del '60 en sus producciones cinematográficas, más que nada por la idea de utilizar los cuentos como medios para explorar las posibilidades de sus formas de expresión particulares (el cine de terror en Corman, la animación en Svankmajer) y no tanto para indagar en los universos particulares del escritor, aunque sirvan como indiscutida fuente de inspiración.

Jan Svankmajer ha trabajado también en el terreno de la "acción en vivo", con actores de carne y hueso, insertando pequeñas secuencias o efectos de animación en sus narraciones, pero para quien esto escribe el realizador no logra ejercer el mismo nivel de interés en la interacción de seres humanos con objetos como sí lo logra cuando son los objetos quienes se adueñan de la acción. No ocurre lo mismo en sus largometrajes, particularmente en "Conspiradores de Placer" (1996). Verdadero catálogo surrealista de fetiches sexuales a través de los objetos, y en donde sin recurrir a los diálogos en toda la película, Svankmajer logra la alquimia perfecta entre los intereses humanos y la voluntad de los objetos en pos de obtener la plena satisfacción sexual, sea a través de los medios que sean. El insólito catálogo incluye peces sumergidos en una palangana y que succionan los dedos de los pies de una conductora de noticieros televisivos, el dueño de una tienda de revistas que le adosa brazos y manos mecánicas a su televisor y las activa en el momento en que aparece la conductora del noticiero, el oscuro objeto distante de su deseo, y se entrega a las caricias con el tubo de rayos catódicos. Sesiones de sadomasoquismo entre gallos, obesas y muñecas de trapo, una empleada de correo con una obsesión muy particular con los garbanzos (particularmente si los mete dentro de algún orificio de su cuerpo, como sus fosas nasales) y un sujeto particularmente sensible a las cerdas del cepillo y a proteger, incluso, sus dedos con preservativos. El resultado es de una anarquía sexual y creativa incomparable a cualquier otra cosa que pueda haberse visto u oído. Svankmajer no recurre en ningún momento al diálogo, sus personajes están demasiado volcados a la acción de satisfacer sus propios deseos como para ponerse a conversar. La película tiene el ritmo frenético de la acción típico de los cortometrajes de este cineasta, asi como también la breve duración de sus planos, el habitual trabajo sonoro que siempre intensifica los sonidos de todo lo que sea viscoso, los planos detalle de las manos de los creadores en pleno proceso creativo, la repetición constante de acciones reiterativas por parte de sus personajes, la utilización de ilustraciones hedonistas (perfectas en su aspecto de bocetos de prácticas sexuales históricas); todo confluye para convertir a "Conspiradores de Placer" en la summa de todos los logros anteriores de Svankmajer, pero en formato de largometraje, demostrando que la larga duración no lo incomoda para nada, a diferencia de lo que puede notarse en los largometrajes de dos de sus mejores alumnos, los hermanos Quay, quienes nunca logran dotar a sus películas de los mismos méritos de sus cortos (salvo los visuales, por supuesto). Y a propósito de los Quay, vale la pena mencionar que uno de sus primeros trabajos es una verdadera declaración de principios donde demuestran no solo sus conocimientos acabados de la obra del artesano checo, sino también la asimilada herencia de su técnica que implementarían a lo largo de toda su obra. Como en pocas ocasiones, la palabra homenaje adquiere su sentido original en "El Gabinete Del Dr. Svankmajer" (1984), donde los inquietos animadores gemelos asumen el rol de alumnos en la forma recurrente de sus creaciones, un bebé de plástico con el cráneo abierto, dispuesto a llenar su cabeza de conocimientos con las enseñanzas del maestro. El tren que el alumno se toma al final de su graduación representa el camino propio que empezarían a recorrer ambos hermanos dentro del terreno de la animación.

Milos Forman, un realizador al que no le tengo demasiada estima, definió a su colega y compatriota a través de una operación algebraica. "Disney más Buñuel dan como resultado a Svankmajer". Particularmente no me resulta complicada la idea de imaginar a este artesano dirigiendo "El Discreto Encanto De La Burguesia", del director aragonés, o mejor aún, "La Gran Comilona", de Marco Ferreri. Después de todo, solo alcanzaría con imaginar a Michel Piccoli sentado sobre una enorme montaña de excremento en forma de arcilla.

COMO ACCEDER A LOS TRABAJOS DE SVANKMAJER

La obra del animador es de muy difícil acceso (cuando no) dentro de la Argentina. Con alguna retrospectiva exhibida en algún BAFICI o, como se mencionó anteriormente, en alguna emisión de Caloi En Su Tinta ó algún spot realizado para MTV, las posibilidades de ver sus obras son muy limitadas dada la poca o nula disponibilidad de alguna edición en DVD que recopile sus trabajos. Si bien una buena parte de sus cortos se pueden ver por YouTube, flaco favor se le hará a un cineasta si se aprecian sus trabajos en esa ventanita minúscula y pixelada del popular sitio web. Quizás convenga subirse al lomo de una mula, un modo muy eficaz de encontrar el ya comentado "Conspiradores de Placer" (Spiklenci Slasti, o más fácilmente localizable por su nombre en inglés, Conspirators of Pleasure) así como también sus otros largos, "Alice" (1988), "Fausto" (1994), "Little Otik" (2000) , y el más reciente "Lunacy" (2005). En el caso de la primera película mencionada, ni hay que preocuparse por buscar subtítulos en español, dada la nula presencia de diálogos.

Para quienes puedan desembolsar unos cuantos pesos, KINO VIDEO tiene una edición especial en DVD de 2 discos, THE COLLECTED SHORTS OF JAN SVANKMAJER, que contiene muchos de sus cortos, así como también un breve pero revelador documental de la BBC sobre su obra y que incluye escenas del making off de "La Muerte Del Estalinismo en Bohemia", así como también entrevistas al realizador y poemas de su autoría. La edición no incluye subtítulos en español, exceptuando algunos quemados sobre la imagen en inglés cuando el que toma la palabra es el mismo Svankmajer.

Se consigue por encargo en páginas de compra de DVD en zona 1 tales como El Bazar Digital (www.elbazardigital.com). Los envíos tienen un costo mínimo, por lo cual el precio de compra no se aleja demasiado del precio en catálogo (en este caso en particular, unos 35 dólares aproximadamente) y llegan a casa aproximadamente una semana y media después.


EL DIABLO TAMBIEN SABE FILMAR - SOBRE HAXAN, LA BRUJERIA A TRAVES DE LOS TIEMPOS (1922)

Ver "Häxan - La Brujería a Través de los Tiempos" (1922) genera una sensación probablemente similar a la de presenciar la revelación de un documento encontrado en una cripta o una catacumba. Mientras muchos críticos actuales interpretan como gestos transgresores u osados la cruza de los "difusos límites entre el cine de ficción y el documental" en muchos cineastas festivaleros contemporáneos, esta rareza de casi 90 años de existencia hace explícita la presencia de su director apenas comenzada la película, anticipándose en muchas décadas a gestos presuntamente modernos o a poner bajo cuestionamiento el llamado Modelo de Representación Institucional. "Häxan..." es un docu-ficción mudo de origen sueco firmado por Benjamin Christensen, director del que desconozco el resto de su filmografía. Esta película está dividida en 7 capítulos. La introducción, a modo didáctico e informativo, le permite al director trazar, mediante ilustraciones y textos de las más diversas épocas y orígenes, un recorrido por las supersticiones y mitos en torno al origen del Universo, la hechicería y, el tema principal de la película, la figura de las brujas. Pero cuando todo parecía tratarse de una especie de lección de Historia en formato documental, llega el 2do capítulo, y con él se pasa al punto más atractivo y de dominio central en todo el film: la puesta en escena grotesca de esas supersticiones a cargo del realizador, que aborda la paranoia y persecución a las que se sometieron a infinidad de personas bajo la acusación de cometer actos de brujería, las prácticas y tormentos que la Inquisición ejerció sobre estos acusados y, por sobre todas las cosas, un tratamiento sumamente humorístico de algunas de estas cuestiones, no privadas de un tono algo anticlerical y que le dan a la película una especie de condición de simpático fetiche blasfemo ideal para cinéfilos herejes.

En la primera secuencia dramatizada vemos a una bruja en pleno preparativo de sus pócimas; dos asistentes le traen la mano amputada de un ladrón muerto en la horca, envuelta en ramas; la hechicera procede a preparar una infusión curativa agregándole un dedo de la mano del muerto cuando, en medio de la noche, recibe la visita de una mujer que viene a pedirle alguna "poción" para atraer el apetito sexual de un "devoto hombre de la Iglesia". Mientras la hechicera cede a su pedido contándole de qué están hechas sus "recetas", la mujer fantasea con los efectos que este brebaje pueda llegar a tener sobre el objeto de su deseo. Fundido mediante, vemos a un obeso monje que devora su cena como un cerdo, mientras la mujer le vuelca secretamente la poción sobre su bebida. El rechoncho monje bebe el líquido, y rápidamente vemos como su rostro expresa el efecto favorable que la bebida ha traído en él. No satisfecha con esto, la mujer intensifica aún más su fantasía cuando la bruja le ofrece una poción de efecto aún mas efectivo que el anterior. Volvemos a la escena de la fantasía, donde esta vez el monje no se limita solo a miraditas de picardía, sino que, directamente, emprende la persecución de la mujer por el medio de un bosque. Estas representaciones satíricas son coherentes en su forma, dado que el director apela al fabuloso poder expresivo del cine mudo en la gestualidad exacerbada de sus actores, en la graciosa literalidad burlona de los intertítulos y en el uso de la música clásica, borrando cualquier posible rastro de seriedad o rigor histórico en el tratamiento de los hechos.

Luego de una divertida alusión a las múltiples representaciones del Diablo y sus manifestaciones, en donde el mismo director encarna la figura de un promiscuo Satanás a cuyos brazos se rinde una "embrujada" sonámbula desnuda, pasamos al tercer capítulo en donde la película focaliza en el rol de los Inquisidores y la feroz persecución que se ejerció sobre toda aquella persona sospechada de perpetrar hechizos contra los miembros de la sociedad. El criterio de acusación se basaba prácticamente en el aspecto del acusado, y dada la fama de viejas decrépitas que desde siempre se le otorgaron a las brujas, las que mayor riesgo corrían de caer bajo el prejuicio de la gente y, lo que era aún peor, la siniestra acción de los Inquisidores, eran las ancianas que mendigaban en las puertas de las casas de los burgueses. Es lo que le sucede a la pobre Maria, la Tejedora, quien no tiene mejor suerte que la de caer a pedir pan en la casa de un enfermo a quien el dictamen de un ridículo ritual hecho con plomo lo diagnostica como "hechizado". Anna, la sufrida mujer del enfermo, influenciada por el diagnóstico del curandero y los prejuicios de su época, hace caer el peso de la acusación sobre María, a quien toman como prisionera y llevan ante los Inquisidores para ser sometida a toda clase de torturas. Ante el cruel trato recibido, la anciana comienza una falsa "confesion" en la que, con los exhortos interrogadores presentes, describe toda una serie de ritos satánicos de los que ella habría fornado parte. Esto da pie a que el director represente estas secuencias, que se encuentran entre lo mejor de toda la película: vuelos sobre escoba, diablos soplando cuernos y golpeando timbales, pisoteos y escupitajos sobre crucifijos, bebés sin bautizar arrojados a un caldero hirviendo y, lo mejor, la orgía en la que las mujeres participantes besan el trasero de los demonios. El peso de la acusación se vuelve contra Anna y su familia, quienes, según el falso testimonio de María, la Tejedora, formaban parte de esos rituales. Hay una frase que aparece poco después y que resume perfectamente el grado de peligro que llevaban consigo los prejuicios sociales de la época (no privada de un elegante sentido del humor):

Durante la época de brujería era peligroso ser vieja y fea,

pero tampoco era seguro ser joven y guapa.

Anna es capturada en su hogar junto a su madre y sirvienta por los Inquisidores y sometida a los mismos sufrimientos que María, la Tejedora. El hermano John, uno de los más jóvenes y piadosos integrantes de la Inquisición, se siente tentado ante la presencia de la atractiva Anna, y le pide a uno de sus "hermanos" que lo castigue porque sus sentimientos son pecaminosos. El hermano, siempre bien predispuesto para limpiar culpas ajenas, toma el azote y flagela a John, a quien suponen "hechizado" por acción de la joven Anna; el hermano debe firmar, a instancias de sus duras autoridades, una acusación de "bruja" contra la joven. Como si esto fuera poco, los inquisidores no dudan en ejercer prácticas de extorsión contra los acusados, como por ejemplo, prometerles la liberación en secreto si les revelan como generar truenos con agua. Cuando la persona acusada, víctima de la desesperación, cede ante este capricho de sus jueces, deciden inventar algo al respecto, atribuyéndose a sí mismos falsas cualidades hechiceras. La acusada es sorprendida "in fraganti" por alguna autoridad en el medio de su "confesión" y así se ratifica su destino inmediato de arder en la hoguera. Si bien este es el tramo más melodramático del relato, Benjamin Christensen no puede evitar el humor en la ridícula temerosidad que le adjudica a los inquisidores, sobre todo en aquella escena donde el hermano John presencia escondido la trampa que le tienden a la joven Anna para que les enseñe algunos trucos de brujería bajo la promesa de ser liberada. Al verla romper en llanto, John trata de convencer al severo Padre Henrik de que una verdadera bruja no podría llorar, a lo que recibe como respuesta:

"¡Muchacho estúpido! ¿No sabes que las brujas se untan en secreto con saliva, para que creamos que son lágrimas?"

La película sigue con una descripción detallada de las prácticas de la Inquisición, exhibiendo ilustraciones de "interrogatorios" así como también mostrando auténticos instrumentos de tortura y explicando su funcionamiento con actores. Alcanza conque la mano del torturador simule el movimiento de activación de cada mecanismo para que nos podamos imaginar el escabroso resto. Christensen llega al punto de probar el "retuerce-pulgares" en una de sus actrices, según lo que dicen los intertítulos, por "insistencia" de la misma actriz. A esto le sigue una divertida secuencia de posesiones demoníacas en un convento, donde una beata, la hermana Cecilia, es tentada por el diablo para cometer un acto de herejía en pleno altar. Las hermanas descubren la "confabulación", pero a esa altura el maligno ya tomó posesión absoluta a través de su influjo y todas se entregan a una frenética danza de la que la espantada hermana superiora rehúye ocultando su cabeza bajo una tarima como un ñandú.

En el séptimo y último capítulo, el director se sitúa en la actualidad (1922, dado el año de realización de esta película) para efectuar un análisis de las equivalencias entre las viejas supersticiones con las de nuestro tiempo. Para ello se vale de una exhibición de "freaks" cuyas deformidades hubieran derivado en una cruel persecución siglos atrás, mientras que hoy, estas ancianas jorobadas y tuertas deben recibir ayuda de los comedores públicos. El grado de honestidad que Christensen exhibe con los espectadores a través de los intertítulos permite dar una idea del compromiso que el realizador tuvo a la hora de abordar el tema, que sin anular su potencial cómico le permiten reflexionar sobre la linealidad del pensamiento humano y su dudosa evolución a la hora de lidiar con las supersticiones. El director muestra a la anciana actriz que interpretó a María, la Tejedora, diciéndole que ella cree en el Diablo y que éste se le ha aparecido varias noches sentado sobre su cama. Si bien Christensen es respetuoso con el testimonio de su actriz, también muestra lo endeble que resultan estas creencias al dotar la observación de una mirada objetiva, exhibiendo el pequeño cuaderno de oraciones que mantienen a la anciana a salvo de la mala influencia de Satanás. Que el director presente a sus actores en el plano real de las cosas y fuera del rol que venían desempeñando con sus personajes constituye un insólito (para la época) acto de explicitación de la condición representativa del cine, cuando no muchos se atrevían a violentar ese pacto con el espectador. Christensen prosigue advirtiéndole al espectador que una misma actriz se encargará de personificar a diferentes mujeres de la "actualidad", víctimas de diferentes signos de histeria de los que el director se sirve para trazar un interesante paralelo con las posesiones demoníacas de antaño. Así es como resulta sencillo equiparar a los sonámbulos ó los cleptómanos con aquellos extraños poseídos que salían por la noche al encuentro con el Diablo, para luego no recordar nada al despertar. Una paciente muesta insensibilidad física ante los contactos de un médico que exhamina su espalda, y el director recurre a un montaje paralelo en el que, en la Edad Media, los Inquisidores le hacían creer a los prisioneros que habían estado torturando por la espalda al acusado y que éste ni siquiera había sentido dolor alguno cuando, en realidad, no se había producido ningún contacto físico entre el instrumento de tortura y el cuerpo de la víctima. Esta supuesta "inmunidad" era lo que le confería a la persona su supuesto "status" de bruja, por lo cual la acusación de los inquisidores quedaba fortalecida ante la incredulidad del acusado. El diagnóstico del médico para con la paciente resulta ser de "histérica", y recomienda a la madre que su hija permanezca internada en la clínica. Hay una línea de texto brillante que pone de manifiesto el humor ácido de su director al abordar este paralelismo entre brujería e histeria y su sistema de equivalencias:

"¡Pobre brujita histérica!

En la Edad Media hubieras tenido problemas con la Iglesia.

Actualmente los tienes con la ley".

Häxan está bastante lejos de ser una película misógina; que la totalidad de las acusaciones de brujería hayan recaído sobre mujeres, y que las víctimas de estas supuestas posesiones también las hayan incluído en su mayoría a ellas solo habla de un desprecio al sexo femenino ejercido por el dominio imperante de la lógica masculina volcado en la figura de las autoridades políticas y religiosas a lo largo de los siglos. Dado que las víctimas excluyentes de estas persecuciones han sido mujeres, resulta sensato que el director ejemplique desde la actualidad (bueno, desde principios del siglo XX), los signos de histeria manifestados en la sociedad corporizados en la figura femenina.

Una buena manera de acercarse a Häxan, película de limitidasíma difusión en nuestro país, sería por medio de la mula electrónica. Existe dando vueltas una versión rippeada de la edición en DVD lanzada por Criterion, el mejor sello de ediciones en DVD del mundo. Si bien los efectos de la compresión se hacen visibles en el rojo monocromático que domina toda la imagen, la copia está en un punto aceptable, pero que seguramente difiere en mucho, muchísimo de la original lanzada por Criterion. Los subtítulos en español pueden conseguirse fácilmente en www.subtitles-divx.net. La película también puede descargarse de manera gratuita en http://www.archive.org, dentro de la categoría Moving Images - Movies. Para quienes puedan desembolsar un dinero, contar con una edición original de Criterion siempre es preciable para cualquier coleccionista: según la descripción que se hace en el sitio web de la editora (www.criterion.com), la edición consiste en dos versiones de la película: la primera es la original y la segunda es una versión reducida a 76 minutos, que incluye una narración de toda la película a cargo del poeta beatnik William Burroughs, con banda de sonido de Jean Luc Ponty. También incluye una presentación a cargo del director, Benjamin Christensen, con motivo del re-estreno del film en 1941, escenas eliminadas, un recorrido fotográfico por las fuentes históricas de información de las que se sirvió el realizador para su investigación, y como es costumbre en esta editora, un transfer digital con colores restaurados traslucido en el infernal rojo monocromático que impregnan estas películas, que seguramente debe formar parte de la colección privada del mismísimo Satanás. La edición, como todas las de Criterion, no cuenta con subtítulos en español, por lo que tendrán que valerse de sus conocimientos de inglés para interpretar la traducción de los intertítulos que se encuentran en su idioma original, el sueco, y que según informa la editora, también debieron ser agregados dada la desaparición de los originales.